El pueblo volvió a optar por Barrabás
- Hache
- 23 feb 2021
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Tras la detención del rapero Pablo Hasél, hemos podido observar multitud de disturbios, protestas, manifestaciones, quejas… en oposición contra la sentencia que dictamina 9 meses de cárcel para el cantante por un presunto delito de incitación al odio a través de sus letras.
Desde mi punto de vista, la gente está en todo su derecho de protestar y mostrar su disconformidad ante una sentencia, desde su punto de vista, injusta por parte del sistema judicial, pero lo que, en mi opinión, no tiene legitimidad alguna es que creo que podría poner mi mano en el fuego afirmando que más de la mitad de aquellos que asistieron a las manifestaciones de Madrid y Barcelona ni siquiera habían escuchado las letras del catalán o ni siquiera se habían interesado del porqué de la sentencia, y no creo que llegara a quemarme.
Quizás me equivoco o quizás es lo que quiero ver, porque prefiero pensar, desde mi ingenuidad, que la sociedad en que vivimos apoya algo desde su mayor ignorancia o desconocimiento, a considerar que la sociedad en que vivimos está defendiendo a un individuo que pide y alienta la muerte de dos niñas, realiza comentarios misóginos y se postula públicamente a favor de un grupo terrorista… entre otros de los actos más reseñables de este personaje.
Prefiero pensar que vivo en una sociedad en la que un señor que ha realizado todos estos comentarios e incitaciones al odio es considerado un artista; prefiero pensar que los partidos políticos que se postulan más próximos a la corriente feminista, no esté sustentando y mostrando su apoyo público a un señor que en sus redes sociales deja alguna perla como: “escribo poesía, sí y también puedo decirte `vete a comer pollas zorra hija de la gran puta´”; prefiero pensar que una sociedad que ha perdido a más de 900 personas por culpa de un grupo terrorista, no salga a la calle a pedir la absolución de una persona que alienta a este grupo terrorista… En fin, prefiero culpar a la desinformación, a la ignorancia, a las famosas fake news o a los filtros burbuja de que todos estos acontecimientos estén teniendo lugar en nuestro país.
Dejando atrás esta reflexión personal, adentrémonos en otra, remontémonos 1988 años atrás y situémonos en Jerusalén. Por aquel entonces no existían las fake news ni los filtros burbuja. Pero hagamos un ejercicio metafórico, en aquella etapa Jesús de Nazaret fue crucificado injustamente después de que el pueblo se decantara por un ladrón, estafador y timador llamado Barrabás para que fuera absuelto en lugar de un hombre, que el único delito que “había cometido” era denominarse Mesías. En esta ocasión, los papeles se han invertido: ahora en vez de juzgar injustamente a un inocente, se está intentando absolver a un delincuente; esta vez no se va a crucificar a nadie, pero se está escupiendo, insultando, menospreciando, denigrando, lanzando objetos (tales que piedras, adoquines, cubos de basura, botellas de cristal…) a los cuerpos nacionales de policía; en este acontecimiento no había ningún Poncio Pilato lavándose las manos, sin embargo, determinados partidos políticos justificaban las manifestaciones alegando que Pablo Hasél es un preso político y que sus letras no eran motivo suficiente para su detención; al fin y al cabo, una vez más, el pueblo volvió a decantarse por Barrabás, por Hasél, es decir, volvió a sentenciar y cargar contra los inocentes y tratar de absolver al delincuente.
En definitiva, podemos concluir asegurando que a pesar de haber transcurrido 1988 años, no parece que hayamos aprendido mucho de nuestros errores del pasado.
23/02/2021

Fuente: El Periódico
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